Parece ser que los músicos, cuya labor se reputaba poco menos que imprescindible en la época eran además de corta edad, adolescentes e incluso menos.
Tampoco son de gran utilidad las armas para los abanderados.
Así que podemos decir que el valor ahí no se presumía, estaba más que probado.
Puede ser que aunque no existiese Convención de Ginebra entonces hubiera una especie de pacto no escrito de no apuntar deliberadamente a los pífanos y tambores.
Durante la Guerra Civil Americana, los músicos se unían a los sanitarios como camilleros, lo que sigue siendo de gran valor puesto que seguían sin Convención de Ginebra que dispensara alguna protección a los sanitarios como personal no combatiente.
Lo de imprescindible la música en el Siglo XVIII no es una tontería mía, es que eran esenciales para llevar el ritmo del paso y seguir con las formaciones cerradas.
Atte.s.s.s.