¡Ay don Laszlo, ay! Sería usted la delicia de doña Berta ¿qué quién es doña Berta? ya sabe usted que soy soy un clásico, así que doña Berta es argentina y psicoanalista... mi psicoanalista.
Pero a lo que vamos.
El Excelentísomo Señor XIV Conde de Torre Víboras, Vizconde la de Encina de la Merced, Barón de la Torre de la Acamuña y tres veces Grande de España, mi augusto padre, a fuer de médico y jinete era coleccionista de todo aquello que pudiera tenerse más de dos unidades.
Tengo en el pasillo una colección de bocados para caballos de unas treinta piezas, tengo diez o doce pares de estribos, otros tantos pares de espuelas, en vida regaló la quince o veinte monturas que tenía (eso que las gentes no entendidas llaman sillas de montar). Poseía una gran colección de armas blancas y de fuego, que también regaló en vida, entre las que destacaban una katana de samurai con mango y funda de marfil decorado, aquellas espadas de los Tercios que en su hoja llevaban grabado por un lado "no me saques sin razón" y por el otro "ni me envaines sin honor", un Colt del calibre 45, un bastón-escopeta, etc. etc.
Entre la colecciones condales está también las pequeñas de monedas de plata, la de cuadros de vírgenes, la de relojes de bolsillo, la de ceniceros, la de cajas de cerillas, máquinas fotográficas...
Así como el caso de las armas tiene consideración de gran colección la de sellos, la de mecheros, sus más de diez mil libros...
Mi padre, el conde, coleccionaba hasta mujeres, si es que tal cosa puede decirse en los tiempos que corren.
Desde muy temprana edad coleccioné llaveros y postales...
Es evidente que eso del coleccionismo, en mi caso, es genético y según doña Berta un trastorno psicológico, por eso soy dioramista. Un día me preguntó qué hacía con los clicks, como los clasificaba, ordenaba y guardaba, se lo expliqué y me dijo: he ahí su diagnóstico, usted los clasifica, guarda en cajas, las etiqueta y las coloca en estanterías. o lo que es lo mismo, usted identifica sus problemas, les pone nombre y los coloca en su lugar... ¡Hombre de Dios saque usted a sus muñecos, juegue con ellos! o lo que es lo mismo, saque usted sus problemas airéelos, solvéntelos... Así que me hice dioramista y hasta el día de hoy.
Atte.s.s.s.