Pero antes, como por ahí se recomienda, un poquito de información y contexto histórico:
Hijo de Jesse Root Grant y Hannah Simpson y con cuatro hermanos, Ulysses S. Grant (cuyo nombre de nacimiento era Hiram Ulysses Grant) nació en Point Pleasant en el estado de
Ohioel 27 de abril de 1822.
De tendencias artísticas, Grant entró a servir al ejército en la famosa academia militar
West Point unicamente por complacer a su padre Jesse. Sin embargo, en la academia destacó con unas notables habilidades hípicas y un excelente trazado de mapas y retratos, fruto de esa pequeña vocación artística.
Comenzó a servir al ejército en la guerra contra México (1846-1848) llegando a participar en las famosas batallas de
Monterrey y
Molino del Rey junto a su primo Richard. Sin embargo desde un principio se opuso a esta guerra así como a la adquisición de Texas, que unicamente veía como otra fuente de esclavismo para el país por lo que podemos advertir que era un hombre profundamente contrario al esclavismo y el racismo.
Tras acabar la guerra retomó el compromiso con su amada
Julia Dent, hermana de un compañero de academia de Grant. Una anécdota curiosa es que, antes de la guerra contra México y mientras conocía a la familia Dent el pájaro de esta murió. Para el pequeño animalillo Grant fabricó un ataúd amarillo y se le enterró con honores militares. Ese y otros gestos curiosos hicieron a Julia enamorarse de Grant. Finalmente se casaron en 1848 y para llevar una vida civil cómoda y en vistas a una más que posible futura guerra civil, Grant rechazó su título militar y se alejó del ejército en 1854 pero su vida no mejoró y vivió en continuos apuros económicos por lo que retomó el título años después y cuando comenzó la guerra se alistó de inmediato, primero como entrenador de reclutas y después participando directamente en la
Batalla de Shelbyville hasta que consiguió rendir al general confederado Simon Bolivar Buckner. Tras el control del oeste de
Kentucky y
Tennesse, el del
río Misisipi, la captura de
Vicksburg y la victoria en
Chattanooga a finales de 1863, el presidente
Abraham Lincoln lo nombró Comandante General de la Unión en marzo de 1864, momento en el que se enfrenta directamente al general confederado
Robert E. Lee.
La guerra se torna a la táctica del agotamiento mientras sus subordinados viajan a través de Georgia: Grant supervisó la
Campaña de Overland, una serie de batallas en Virginia contra su enemigo Lee al que logró cercar en Richmond con ingentes cantidades de tropas que morían continuamente, y aunque este método fue muy criticado, se valió del apoyo de Lincoln. Finalmente, Grant capturó la capital confederada
Richmond y obligó a Lee a rendirse en
Appomatox. La guerra finalizó.
Tras el asesinato de Lincoln y el fin de la guerra, Grant supervisó la reconstrucción de los estados confederados y fue nominado por su partido (el
Republicano) para las elecciones presidenciales de 1868. Las ganó no una, sino dos veces (en 1872) y sus mandatos tuvieron aires muy distintos: aunque en ambos estableció una política social justa y anti-racista (persiguió el
Ku Klux Klan y colocó personas negras en puestos importantes) el primero fue muy bien recibido y de hecho el republicanismo logró asentarse en el sur, sin embargo, su segundo mandato se vió irrumpido por oleadas de grupos radicales en el sur y una ruptura del partido en esa zona, todo ligado a numerosos casos de corrupción sin que su política de paz con los nativos americanos funcionase, como tampoco funcionó la reacción a la crisis de 1873. A su favor, hay que decir que evitó guerras con
Reino Unido y
España y fue una persona que otorgó seguridad al pueblo.
Tras un viaje mundial, en 1880 intento ser nominado de nuevo por su partido a la candidatura de presidente, pero no lo logró. En cambio si logró acumular deudas que le golpearon justo en sus últimos momentos, cuando moría de un cáncer de laringe. Como último legado escribió sus memorias, que desde la muerte de Grant el 23 de julio de 1885 y hasta hoy han sido todo un éxito.
El legado de Grant divide a los historiadores; algunos le consideran un presidente mediocre, con tendencias alcohólicas y cuyos logros militares han eclipsado unos deficientes mandatos, y otros, piensan que hasta la fecha ha sido uno de los mejores presidentes del país y un verdadero ejemplo de protección de los derechos humanos.
Personalmente, me decanto por esa
segunda opción.