El Siglo XIV en Europa es de los que pueden recibir el apelativo de apocalíptico sin ninguna duda.
Una climatología adversa con bajas temperaturas invernales y grandes sequías en verano produjeron una gran hambruna en todo el continente. Así se mostraba el jinete del Hambre.
El hambre traería como consecuencia la debilidad de los cuerpos y con ella su mayor propensión a las enfermedades lo que desató una epidemia de Peste que diezmó la población, se perdió un tercio de habitantes de Europa en aquella ocasión. Así se manifestó el jinete de la Muerte.
Eduardo III de Inglaterra y Felipe VI de Francia se enzarzaron en una guerra cruenta y larga que recibiría el nombre de la Guerra de los Cien Años, que tuvo una tregua forzosa en 1348 cuando a consecuencia de la Peste tuvieron que pararla por la escasez de recursos humanos y materiales. Así se mostró el jinete de la Guerra.
Hambre, Muerte y Guerra, los tres jinetes que asolaron la Europa del siglo XIV en la que todo parecía tan perdido que volvieron sus ojos al Cielo, pero el espectáculo era también dantesco, la Iglesia estaba dividida por la existencia de varios pontífices, era el llamado Cisma de Occidente.
No obstante aquellos que lograron sobrevivir a tanta calamidad creyeron que al final todo era posible y superarían tanta adversidad con lo que tiunfaría el jinete llamado Victoria o Conquista.
Aunque el Apocalipsis de San Juan cita a los cuatro jinetes de forma somera el episodio ha tenido gran trascendencia en el arte, también el propio Apocalipsis fue una de las obras más copiadas y comentadas durante la Edad Media, los famosos beatos.
De alguna manera las cosas tuvieron cierto arreglo, la climatología mejoró y los campos volvieron a producir, la epidemia remitió, la guerra aunque seguiría se hizo más intermitente, el Concilio de Constanza puso fin al Cisma de Occidente, pero anotemos, a modo de curiosidad, que el que sobrevivió a todo aquello, pues vivió hasta los 96 años, fue don Pedro Martínez de Luna y Pérez de Gotor (1328-1423), Benedicto XIII, que jamás renunció al pontificado por entender que fue elegido Papa de forma legítima y aunque reducido en el castillo de Peñíscola se consideró siempre Pontífice de todo el Orbe.
El diorama tratará de representar de forma descarnada todos los males que aquejaron aquel siglo en el que muchos creyeron ver el fin de los tiempos.